domingo, 18 de septiembre de 2011

Procedencia humana...¿Extraterrestre?

El ser humano es una criatura verdaderamente frágil, aún para su ambiente natural: La tierra.  Hay animales inferiores que nos aventajan físicamente por sus condiciones naturales, nacen con mecanismos fisiológicos de supervivencia más efectivos que los nuestros.  Dicho sea de paso, los hay que nacen prácticamente andando.  El hombre es fuerte por su capacidad cerebral, no así por todo lo demás.  No tenemos garras, ni pelaje, ni colmillos, ni velocidad, ni masa que nos aventaje en la intemperie.  Necesitamos vestirnos, cubrirnos y escondernos para sobrevivir en el crudo ambiente terrestre.  Tal parece que hubiéramos sido implantados en este planeta, y no fuésemos producto de su natural evolución. Nuestra característica más sobresaliente, es la más antinatural que existe en el planeta: El pensamiento.  Un arma que nos ha servido para “reinar”, y que  también nos ha servido para engañarnos, rechazarnos o negarnos a nosotros mismos, y a nuestro entorno.  Sí, somos frágiles, apenas vivimos setenta años promedio.  Es decir, ni siquiera le sacamos provecho a la madurez cuando ya cuadramos el proceso de muerte.  Parece que la densidad de este planeta no va con nuestras proporciones cerebrales.  Tal vez por eso jamás nos encontramos permanentemente a gusto en él, quizás por eso hemos vivido usufructuándolo y destruyéndolo, de forma consciente e inconsciente. Porque de una u otra forma, reconocemos que éste no es nuestro hogar.  Tal vez por eso nuestras oraciones, y nuestras esperanzas se dirigen hacia “arriba” en sentido concreto y sentido figurado.  Para salirnos de la tierra y regresar quién sabe dónde, o con quiénes.  Hemos tenido que ser “más” rudos que el planeta, porque en el fondo nos reconocemos mucho más débiles que él y sus condiciones de vida.  Algo muy similar, guardando las debidas proporciones, a lo que sufren los emprendedores en tierras extranjeras.  Para poder triunfar, o siquiera ganarse el derecho a una vida decorosa, deben demostrar que son superiores al área y a lo, o a los que les rodean.  Aunque, ya de hecho se nos pasó la mano en contaminación, deforestación, crímenes ecológicos etc.

El ser humano es uno de los animales más propenso a morir durante los primeros años de vida.  Muerte ante la inclemencia climática, zoológica o cualquier otro percance ambiental.  Nuestro único mecanismo de defensa es un grito, un alarido de vida, para pedir ayuda, para pedir alimentos.  Si no tuviéramos gente alrededor nuestro, moriríamos antes de cumplir la semana de vida.  Y aún así, cuando crecemos no terminamos de entender el verdadero sentido de la palabra solidaridad (algo tan natural para el humano, como la vida misma).  De hecho, si no tuviéramos personas alrededor nuestro, nuestra capacidad de lenguaje y pensamiento se atrofiaría.  Por otro lado, a nivel celular el esperma humano es uno de los más débiles y torpes del reino animal.  Lo que nos ha hecho ser tan numerosos en el planeta, no ha sido precisamente la calidad espermática del humano, sino el pensamiento aunado al impulso sexual.  El hombre se aparea a destiempo, sin requerir alguna época del año, ni siquiera la del celo.  Mientras que otros animales esperan determinada época del año, para aparearse y garantizar la supervivencia de la cría posterior al nacimiento.    El hombre, pese a su desventaja celular, es una de las especies más exitosas en lo que a reproducción se refiere, porque se aparea cuando le da la gana.  Inclusive, nos apareamos gran cantidad de veces sin responder al impulso natural, ya sea por factores sociales, diversión u otros intereses.  Tanto así, que inclusive puede llegar a aparearse con especimenes del mismo sexo.

Como dato curioso, he de mencionar que el ambiente terrestre parece más afín con los reptiles que con los humanos.  Tal vez por eso, no han destruido la tierra aún.  Ahora bien, existen muchas similitudes entre el humano y ciertos mamíferos superiores como el primate.  Lo cual podría explicar que evolutivamente provenimos de la tierra.  Aún así, quién quita que en otros planetas distintos a la tierra, haya también mamíferos, inclusive primates.  Aceptar la posibilidad de que existan humanos en otros planetas por vía evolutiva (es decir, no implantados) nos lleva a tener que aceptar la posibilidad de que también existan monos extraterrestres, vacas extraterrestres, perros, peces o mosquitos extraterrestres.  Así como dicen, que cada humano tiene un hermano gemelo de padres diferentes en cualquier parte del mundo, es muy probable que la tierra tenga una o más gemelas en el universo.  Y a lo que me refiero, tal vez una gemela no tan parecida, quizás algo menos inhóspita para con sus especies naturales.  Otro planeta, apenas más acorde que la tierra para la subsistencia humana.  Un lugar que tal vez fue nuestro primer hogar.  La tierra, para ser nuestro hogar natal, es un sitio demasiado hostil.  Ni siquiera hemos podido diferenciar completamente, nuestro trazo evolutivo planetario.  Dicho sea de paso, ¿Por qué no ha habido una diferenciación humana adicional o paralela al humano actual, como coexistieron el Neandertal y el Cro-Magnon?,  ¿Por qué actualmente sólo existe un tipo de humano, curiosamente el que se originó posterior a la aparición plena del pensamiento y lenguaje humano?.  No como en el caso de otros primates, que poseen muchísimas variedades dentro de su especie.  ¿Será acaso que estamos a los albores de un nuevo humano, para vivir en un nuevo planeta, más evolucionado, quizás menos hostil?.  Esa es una de las teorías que sostienen algunos contactados, el nacimiento de una nueva tierra y de un nuevo hombre.  Pero por el momento sólo vemos demasiadas razas diferentes, que estuvieron separadas durante mucho tiempo, ignorando las unas la existencia de las otras, aún con similitudes raciales inexplicables. Lo cual no es algo que cuadre a la perfección con la teoría de los movimientos migratorios, ni con las calamidades geográficas.

            El hombre parece no ser de este mundo, aunque por otra parte está íntimamente vinculado a él.  Me refiero a la volatilidad de sus emociones, tan impetuosas como el mal cruce de viento y mar.  Me refiero a su carnalidad, tan densa y profunda como la roca sobre la que camina.  Me refiero a la dualidad de su ser: Sístole-diástole, inhalación-exhalación, vigilia-sueño, día-noche, macho-hembra, sol-luna y así.  Cada vez que hablamos de la fenomenología extraterrestre, pensamos en alienígenas visitando la tierra.  ¿Pero cómo reaccionaría el humano en otros planetas, viviendo en un lugar de menor o mayor gravedad, con más de un sol, con una duración diaria de setenta y dos horas terrestres o menor a veinticuatro, con una o nueve estaciones climáticas al año?,   ¿Cómo se afectaría nuestro biorritmo?, ¿Cómo se afectarían nuestros pensamientos o emociones?, ¿Tal vez seríamos menos violentos, más calmados, más espirituales, o peores a como somos ahora?.  La respuesta más próxima sería el testimonio de los astronautas, que eventualmente han presentado crisis demenciales transitorias,  y perdido masa muscular u ósea.  Luego, ¿Será que no podemos alejarnos demasiado tiempo de nuestra querida Tierra?.  Al parecer, ya fuera porque nacimos aquí o simplemente nos trajeron, hemos desarrollado un vínculo demasiado profundo con el planeta durante todo este tiempo.  Mucho se ha especulado sobre el origen extraterrestre humano, desde la sociedad teosófica de Helena Petrovna Blavatsky (1831), pasando por la burla de la ciencia moderna y terminando en temas de ciencia ficción prostituida.  A mí no me consta el supuesto, pero en cualquier caso, independiente a si somos hijos adoptivos o naturales, la tierra es nuestro hogar ahora y debemos tratarla con el respeto que se merece toda madre, o madrastra.  Si bien es cierto, uno no elige a sus padres, ni padrastros, ni padres adoptivos, ni padres putativos.  En cualquier caso, es imperioso entender que debemos cambiar nuestra actitud hacia el planeta, dado que por el momento no tenemos un mejor lugar a dónde ir.



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