sábado, 17 de septiembre de 2011

Niños sacrificados por extraterrestres, o por humanos

El tema que a continuación expongo, trata de la posible crueldad alienígena para con los niños humanos.  No es un tema fácil de digerir, en consecuencia, si usted se considera una persona de alta sensibilidad, se le recomienda no leerlo ni escucharlo.
 
Las leyendas de los ogros planteaban figuras de gigantes robustos, preferiblemente de color verde, que raptaban humanos, no pocas veces niños.  Tenían los ojos de color rojo resplandeciente, y emitían rugidos muy temerarios y fuertes.  Poseían una fuerza descomunal, quizás debida a su gran tamaño, quizás debida a sus proporciones físicas, quizás debida al carácter tosco, agresivo y salvaje al que se les vinculaba.  De cualquier forma, el ogro representaba un peligro mayor para cualquier adulto con buena salud y condiciones físicas. Luego, ¿Qué posibilidad de defensa podría tener un niño frente a ellos?, obviamente ninguna.  Los ogros han estado presentes en muchas culturas, incluyendo la europea.  Y más recientemente han sido objeto de “risa” para adultos y niños (curiosamente, niños) gracias a la saga de películas Shrek.   Una caricatura animada tras la cual, muy en el fondo reside el aterrador mito de los ogros verdes.  Ahora bien, dándole crédito al testimonio de varios contactados de diferentes partes del mundo, los extraterrestres de raza reptil son fornidos gigantes verdes, de cuerpos escamosos y ojos rojos.  Lagartos bípedos con superpoderes, que se alimentan de humanos, preferiblemente en edades tempranas.  Me llama mucho la atención la semejanza de tantos testimonios de contacto, para con las leyendas de los ogros.  Entonces sería interesante reformularnos la pregunta sobre quién está a la cabeza de la cadena alimenticia, ¿Ellos o nosotros? ¿Así como nosotros nos alimentamos de otros mamíferos, acaso ellos se alimentarán de los niños humanos?.  Algo demasiado malévolo, aún viéndolo como cuento aleccionador para generar obediencia mediante la intimidación (recordando  las leyendas del Coco, cuco, pie grande etc.).  La cronología deja claro que los contactados no inventaron estas historias, pero es de muy mal gusto continuarlas a fin de ganar notoriedad.  Sin embargo, “cuando el río suena, es porque piedras trae”. 

El abuso infantil en la sociedad humana no sólo se ha constatado en la tradición de los ogros, sino también en tradiciones religiosas de diferentes partes del mundo.  En la antigüedad, sacrificar niños a los “dioses” era bien visto socialmente hablando.  De cualquier forma, ya fuera para asegurar la calidad de una cosecha, el cese de una peste o la prosperidad, nada justificaba el asesinato, menos el de un infante. Dicho de otro modo, la cobardía humana para con sus dioses (la suerte o el destino) llegó a un máximo representativo asesinando a su descendencia.  Pregunto yo, ¿Qué dios en su sano juicio aceptaría la muerte de un inocente como ofrenda?.  Definitivamente uno al que le importaba muy poco la especie humana.  Pero lo que más llama la atención de esto, es que el fenómeno se repite en culturas sin vinculación histórica alguna.  Lo hicieron los Mayas, sacrificando niños en sus rituales de mayor envergadura.  Y lo hicieron nuestros antiguos, hasta que el judaísmo detuvo la práctica.  Dicho sea de paso, este fue uno  de los hechos que marcó la diferencia entre los hebreos  y las otras culturas contemporáneas (aparte del monoteísmo propiamente hablando).  Cuando Dios le pidió a Abraham que sacrificara a Isaac, y luego lo detuvo.  Probando así su disposición, obediencia y fidelidad. El asunto de “asesinar hijos”, de preferencia primogénitos, se observa también en el Cristianismo aunque en sentido opuesto.  En dicho culto se nos presenta a Dios, sacrificando a su primogénito en función de la redención humana.  Sin embargo, el asunto de “asesinar hijos” (propios o ajenos) sigue presente e implícito en lo doctrinario.  Existen bastantes referencias históricas relacionadas a esta macabra tendencia.  Por ejemplo, una de las plagas que se le mandó al faraón para la liberación de los hebreos, fue la muerte de los primogénitos.  También tenemos la matanza de los niños que organizó Herodes. Luego,  he de mencionar a los “gloriosos” espartanos (tan vanagloriados por la industria del cine moderno), cuando les nacía un niño deforme, bajo peso o enfermo, lo arrojaban de un acantilado.

¿Acaso será algo natural en el inconsciente humano, sacrificar inocentes para librarnos  de un azote superior (terrestre o extraterrestre)? ¿Por qué siempre asesinar en forma de “agrado a…”, o “bienestar por…”? ¿Si el máximo don que nos ha dado Dios es la vida, por qué rechazarlo de semejante forma?  ¿Será acaso que el asunto de “asesinar” vive muy dentro de nuestro inconsciente, como exaltación desproporcionada del instinto de supervivencia?.  O será que como decía Sócrates, para que nazca el hombre nuevo, hay que “matar” al viejo. ¿Por qué siempre el asunto se trata de matar para vivir?.  O peor aún: Matar niños, primogénitos, humanos en formación.  Ahora bien, ¿En el fondo qué es lo que nos golpea del asesinato de un infante? La carga moral que sentimos, el enfado, asco, repudio y todo lo demás se debe a un reflejo natural del ser humano: Asesinar niños va en contra del instinto de perpetuidad de la especie.  Sin embargo, esto no sólo ocurre entre los humanos sino también en la conducta de muchos animales, de distintas especies.  Por ejemplo los leones, cada vez que toman el mando de una manada, matan a las crías ajenas para que las hembras vuelvan a entrar en celo (cosa que eventualmente impide el estado de lactancia).  Yo no soy biólogo, antropólogo ni nada por el estilo, sin embargo,  me atrevería a apostar que algunos humanos dominantes (en paralelo a los machos alpha de otras especies) reconocen en los jóvenes, enemigos potenciales y altamente peligrosos.  Así que, para ahorrarse un gran dolor de cabeza en la vejez temprana, los asesinan.  Y a los que no, pues, han de maltratarlos, humillarlos y someterlos evitando que “el problema crezca”.  

Todo esto es una forma muchas veces inconsciente y mal lograda del instinto de conservación, en las diferentes gamas del maltrato infantil.  Claro está, el macho humano jamás se ha caracterizado por ser bondadoso y caritativo con los débiles.  Nosotros seguimos naturalmente la norma del planeta: El más fuerte sobrevive, a nivel físico, intelectual, emocional etc.  Lo podemos ver en los casos recurrentes de maltrato y asesinatos del hombre hacia la mujer.  ¿Luego, por qué extrañarnos de que los niños suelan ser el lado más débil de la soga?.  Aquello de que “Las mujeres y los niños primero”  funciona en situaciones normales, sin embargo, en una situación física relacionada a la supervivencia, la mayoría de las veces habrá de imponerse el más fuerte.  En condiciones críticas, el instinto de conservación de la especie se inclina más hacia la supervivencia del individuo, que hacia la supervivencia de la especie.  Y no sólo en situaciones críticas, sino muchas veces en las más leves inclusive, salen intereses personales predominando sobre el bien colectivo.   Tal vez hoy en día no sacrifiquemos niños a los dioses, o tal vez sí.  Puede ser que nuestra sociedad actual haya reemplazado a sus “dioses”, por la diosa del hedonismo, el dios del ego o la concupiscencia.  Una sociedad que olvida a sus niños para entregarse o entregarlos a la comodidad, pereza, excesos, carnalidad, narcisismo, y finalmente los entrega a la muerte, y finalmente se entrega a la muerte.  Hoy en día se siguen sacrificando inocentes, y muchos más en función a un pequeño grupo de explotadores disfrazados de empresa pública o privada altamente competitiva.  Lo hacemos en nuestros hogares, al sacrificar la crianza y formación de nuestros hijos, para rendirle mayor y mejor culto a nuestros empleadores. 

Existe la presunción de que muchos de los dioses antiguos eran extraterrestres déspotas, emocionales, tiranos y come humanos.  Curiosamente, una de las culturas donde se sacrificaban niños para rituales de mayor grado, está estrechamente relacionada a la posibilidad extraterrestre: La cultura Maya.  Y si nos remontamos al pasado más remoto del judaísmo, hay quienes indican que nuestros supuestos primeros padres, Adán y Eva, fueron producto de una manipulación genética extraterrestre sobre el humano nativo de la tierra (a quienes la Biblia refiere como “hijos del hombre”).  En consecuencia, es probable que los ancestros del judaísmo (dado el evento que mencioné anteriormente del hijo de Abraham) hayan sacrificado a sus infantes, o por lo menos lo contemplaran “factible” dentro de las religiones de aquella época.  Ahora bien, ¿Serían sacrificios para un dios concretamente establecido, o serían sacrificios para extraterrestres infiltrados en la historia humana?.  Definitivamente según lo expuesto, existe una gran posibilidad de que el humano sea alimento de extraterrestres y en su propio planeta.  Considerando el lado más vulnerable, los niños.  Existen demasiadas historias relacionadas al evento, tantas que sobrepasan la simple posibilidad de que sólo se trate de cuentos intimidatorios.  E inclusive, se pudiera especular que los extraterrestres están vinculados a los niños desaparecidos a la fecha. 
 
No puedo finalizar este artículo sin enfatizar la complicidad del humano en el evento, ya fuera disfrazándolo de rito religioso, o de cualquier otra forma.  Suena totalmente aberrante que una especie ayude a otra, a comerse a sus crías.  Aún así, si analizamos la actitud del hombre para con sus propios descendientes, no es difícil imaginar que los sacrifiquen a cambio de lo que fuera.  Me refiero a que, para sacrificar a una criatura humana, no necesariamente hay que entregárselo a un reptil gigantesco, de poderes telepáticos y sumamente malvado. Con tantas potencialidades, el lagarto bípedo no precisa de ayuda en el evento.  El hombre ha venido aprovechándose del niño, asesinándolos de cualquier forma (hambre, violencia, etc.), maltratándolos, abusándolos, traficando sus órganos, explotándolos sexual o laboralmente  etc.  Eso es algo que si bien de alguna forma podría colindar con la siempre eterna amenaza extraterrestre, no por ello exime al humano de su responsabilidad histórica dado caso.  De hecho, hasta el momento el único responsable de los asesinatos, maltratos y  desapariciones infantiles es el mismo humano.   Esto se da no por el hecho de que sean niños, sino por el hecho de ser la parte más débil de la relación humana.  El hombre abusará de cualquier cosa que le parezca débil y aprovechable.  Por ese lado, nos parecemos tanto al supuesto perfil Draconiano…





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