viernes, 27 de enero de 2012

Acelerador Humano-Extraterrestre

¡Hubo algo!,  definitivamente que sí.  Si se piensa con lógica, la mayoría de los procesos naturales en la vida humana y planetaria, parecen obedecer a una conducta gradual, casi lineal. Es decir, el desarrollo es regulado, no abrupto, va generando cambios casi imperceptibles (a no ser que se le observe entre lapsos distanciados de tiempo, en caso tal si se observará diferencia significativa).  Como el que ve crecer a una planta todos los días, será incapaz de percibir cambios significativos en ella, debido a  que el proceso de observación es gradual pero constante.  Sin embargo, si la observación se realiza cada cierto tiempo, con lapsos de descanso prudente, podrá definirse clara y conscientemente,  la generación de cambios perfectamente definidos. Cuando hablamos de EVOLUCIÓN, no podemos hablar de “acelerones”.  Hay muchísimos factores que rigen la evolución de cualquier ser vivo, en escala de dificultad proporcional a lo complejo del organismo. Múltiples factores que tienen que coincidir en ocasión e intención, para que el ser pueda cambiar de forma o esencia en un lapso perentorio de tiempo.  En todo caso, dicho cambio morfológico o integral, a su vez exige un proceso de transformación, que involucra otros tantos cambios menores relacionados entre sí.  Hasta que finalmente se genere un resultado evolutivo acorde a las condiciones y  variaciones existenciales suscitadas en lo que dure el proceso.   Considerando que cualquier ente o evento existente, no es más que el resultado adaptativo de sí mismo en función del tiempo y todo lo que le rodea.  En consecuencia, los cambios dramáticos o súbitos constituyen apenas una percepción humana, es decir: No existen porque sí, por generación espontánea.  "Los eventos que nosotros percibimos como súbitos" suelen ser la punta del iceberg, el desenlace o el inicio de algo que ha venido generándose o produciéndose durante algún tiempo.  A no ser que alguna voluntad externa los genere, o dispare en aceleración.

Algunas teorías científicas establecen que el hombre antes de ser humano, fue animal, vegetal, mineral, animal etc.  Estos cambios se suponen GRADUALES, casi lineales como comentaba líneas atrás.  Sin embargo, viéndolo a detalle, en la evolución humana pareciera que alguien pisó un acelerador  “mágico”, totalmente desproporcionado al gran resto de su existencia.   La línea evolutiva humana no es simétrica, en cuanto a la calidad de eventos que se generaron durante su desarrollo.  Lo cual podría acuñársele a la aparición súbita e injustificada del intelecto humano, pero aún así no tendría sentido.  Dicho de otra forma, el hombre, al empezar a pensar, aceleró exponencialmente su desarrollo.  Como si la naturaleza se hubiera re-impulsado a sí misma cuando el hombre empezó a razonar, y en consecuencia, de allí en adelante todo los cambios y desarrollos humanos se han venido suscitando cada vez más rápidamente. Aún así, subsistiría la gran pregunta: ¿Nos ayudaron a empezar  a pensar?



Haciendo un análisis a groso modo, hace 65 millones de años éramos sólo primates.  Hace 60 millones de años pudimos bajar de los árboles, hace 63 millones de años empezamos a tener alguna forma de pensamiento.  Hace apenas cincuenta mil años éramos neandertales, y hace 32 mil años recién empezamos a ser humanos modernos, cromañón.  Vestíamos con pieles de animales, empezábamos a desarrollar el fuego, vivíamos en hogares improvisados (cavernas y demás) Aunque teníamos algunos rasgos de arte y religión, seguíamos siendo bárbaros  en muchísimos aspectos. Apenas hace cinco mil quinientos años se descubrió la rueda, y hace cinco mil trescientos años la escritura (Cultura Uruk, Mesopotamia).  Ahora bien, ¿Cuándo recién empezamos a manifestarnos como seres propiamente civilizados?  Analicémoslo según la historia mejor y más registrada (o mayormente comprendida)  de nuestros ancestros más populares.  Los sumerios dejaron registro histórico hace aproximadamente cuatro mil años, sobre reinados y civilizaciones  muchísimo más antiguas  (fecha técnicamente increíbles, en las que, precisamente vinculaban a la especie humana con arribos extraterrestres)  Las pirámides se construyeron hace cinco mil años apenas, aproximadamente.   El nacimiento de Abraham, el patriarca bíblico, se fija hace apenas tres mil quinientos once años. En china hay documentos escritos hace tres mil quinientos años aproximadamente.    La civilización védica (Asia-India) data de hace tres mil once años aproximadamente.  Los mayas existieron hace tres mil once años. La república romana  inició hace dos mil quinientos veinte años.

Es decir, que el ser humano empezara a ser propiamente civilizado hace cuatro mil o cinco mil años, es nada comparable a los sesenta millones de años que le demoró bajar de los árboles.  Una historia de civilización de máxima data fijada en apenas cinco mil años atrás, es demasiado corta.  Eso, comparado al hecho de que hace sesenta y tres millones de años pudimos haber empezado a tener las primeras manifestaciones precursoras de pensamiento, no da proporción.  Pasamos muchos millones de años evolucionando el pensamiento, antes de formarnos en civilizaciones organizadas.  Pero cuando lo logramos, nuestro desarrollo se hizo demasiado robusto, sostenible y muchísimo más rápido.  En resumidas cuentas, el pensamiento en proporción a la historia del hombre es extremadamente reciente, casi tan reciente que pudiera decirse que acaba de empezar.  Sin embargo hemos desarrollado inventos que han reducido mucho la mayor parte de nuestras limitaciones como humanos. Por ejemplo, en la transportación por el planeta, creamos el automóvil, el avión y los barcos. Inclusive, hemos viajado fuera del planeta, a la Luna en presencia,  y a Marte en sonda.  Actualmente estamos en capacidad de observar y comunicarnos con gran parte del universo, sin siquiera salir de nuestro planeta.  Descubrimos las matemáticas y la física (ojo, no las inventamos) el magnetismo, la electricidad, el electromagnetismo y varias fuentes de combustible químico y orgánico, que utilizamos a satisfacción.  Manejamos a discreción las ondas de radio, televisión, microondas y demás.  Somos capaces de comunicarnos de extremo a extremo del planeta en cosa de segundos, virtual, eléctrica o analógicamente.  Descubrimos la energía del átomo, y la utilizamos como nos venga en gana. Manipulamos algunos genes a conveniencia, hemos clonado animales y estamos en proyección de clonar humanos.  Teletransportamos partículas subatómicas.  Desarrollamos la robótica con fines industriales y médicos de mediano a gran alcance.

Después de este breve análisis, queda expuesto que el ser humano ha superado considerable y velozmente sus limitaciones naturales desde la aparición del pensamiento.  Que dicho sea de paso, es demasiado reciente con relación al resto de su existencia.  Si bien es cierto que la ciencia NO especifica el momento exacto en que el hombre empezó a pensar, desde que  pudo hacerlo su evolución se ha acelerado en proporciones alarmantes. La aparición del pensamiento obedece a un suceso tan súbito (en proporción al desarrollo humano anterior) que pudiera considerarse que no fue un evento natural que requirió millones de años (como los anteriores) Podríamos entonces decir, que el pensamiento fue básicamente implantado en nuestra especie.  Entonces la gran pregunta sería: ¿Quién lo implantó?  Otro aspecto que preocupa del veloz desarrollo intelectual humano, es la aplicación que se le da al mismo.  Existe mucho interés en aplicar el conocimiento hacia áreas de beneficio humano, sin embargo pareciera que el interés es igual o mayor en calidad y cantidad en lo referente a perjudicar a gran parte de nuestra especie simultáneamente.  Tanto así que hemos llegado a capacidades de afectación tan negativas y magnificadas, que nos ponen en riesgo de exterminio o de daño profundo al planeta.  ¿Será acaso que nos pusieron alguna especie de "variable de control" para que nos exterminemos los unos a los otros, como experimento fallido o en proceso de autodestrucción?  Pero aún así,  si llegásemos a sobrevivirnos a nosotros mismos, y a cualquier catástrofe apocalíptica que ocurriese de un momento a otro (como final de algún proceso, que tal vez inició mucho antes de la aparición de nuestra especie) temo que la imaginación no me alcanzaría para siquiera bosquejar la humanidad en los tres siglos venideros.


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